Esta mañana desayunaba leyendo esta magnífica entrevista de Ferrán Salmurri, Psicólogo clínico, investigador de las emociones, y me ha parecido de una inmensa relevancia, en un mundo globalizado en el que todo está automatizado, no aprendemos ni enseñamos a pensar, sólo a seguir las tendencias que nos marcan los medios de comunicación y los mercados.

Aunque hay una tendencia clara en los nuevos educadores y los padres de esta generación actual, en dar un cambio en la educación tanto en las familias como ya en algunas escuelas.

Eso nos da un atisbo de esperanza, por lo menos a mi, que siempre intento ser optimista.

Aquí os dejo la entrevista:

 

Ferran Salmurri: «El error de los padres es que enseñamos a obedecer en lugar de a pensar»

Salmurri se resiste a jubilarse porque asegura que en educación emocional queda mucho trabajo por hacer. En su último libro, Razón y emoción. Recursos para aprender y enseñar a pensar (RBA), pone su grano de arena para que la sociedad rompa la barrera del analfabetismo emocional.

¿De quién es responsabilidad que seamos unos analfabetos emocionales?

De la educación que recibimos. Si pensamos que es lo que quiere todo el mundo, la respuesta es sencilla: ser felices en cada momento de la vida. Para ello, sin embargo, debemos tener claro que lo que sentimos depende de lo que pensamos. Por lo tanto, si queremos que nuestros hijos aprendan a ser felices, la asignatura básica es que aprendan a pensar. Y ese es nuestro error: enseñamos a obedecer en lugar de a pensar.

¿Como se enseña a pensar?

Aprendiendo a ser consciente de cómo te sientes. Cuando estás enfadado, triste o angustiado no mires qué te pasa, lo que tienes que hacer es parar y mirar qué estás pensando. En términos generales, la clave es intentar pensar en todo lo positivo que tienes y que te rodea. Si te sientes bien, obviamente, no te sentirás mal y, por tanto, serás feliz.

Vivimos, pues, en una sociedad de sentimientos automatizados …

Sí. ¿Cuánta gente se levanta el lunes y va a trabajar porque le dicen que esto es lo que debe hacer? La gente no se cuestiona si es feliz o no.

Ser feliz todo el tiempo, sin embargo, es imposible …

Es verdad, no existe la felicidad perpetua. Pero sí existe una manera de vivir más feliz y otra que no tanto. ¿Siempre te puedes sentir igual? No, pero debemos tener claro que lo que sentimos depende de nosotros y no de lo que ocurre.

La muerte de un familiar, por ejemplo, depende de lo que ocurre…

Sí, pero puedes sufrir más o menos en función de cómo te lo tomas. No quiero decir que las cosas que nos pasan en la vida no nos afecten, pero nos deben afectar en una proporción adecuada. Que sientas dolor porque se ha muerto un ser querido lo entiendo. Ahora, ¿cuántas veces nos sentimos mal en exceso? Cuántas veces nos enfadamos por cosas absurdas? Tenemos conductas y comportamientos automatizados y repetitivos.

¿Cuáles son los principales errores que cometemos y que no nos permiten educar nuestras emociones?

Debemos pasar de una educación primitiva a una educación humana. Estamos acostumbrados a convertir la vida en un juicio permanente. Juzgamos si la gente es buena o mala, si un niño se porta bien o mal y, encima, aplicamos una sentencia. Quien nos ha dicho que la función de unos padres es hacer de jueces? Si lo hacemos es porque somos primitivos, porque nos creemos que estamos educando racionalmente, cuando en realidad lo estamos haciendo de una manera emocional. Cuando nuestro hijo nos dice que le han castigado en la escuela, le regañamos porque nos da rabia. Lo único que hacemos es dar respuesta a nuestras emociones, en lugar de mirar por su conveniencia. Reñirle no le ayuda a resolver el problema.

Y, entonces, ¿qué se debe hacer?

Primero darle las gracias por la confianza de haberlo explicado y, después, darle una alternativa para que la próxima vez solucione el problema de otra manera. Y, en este punto, hay otro de nuestros grandes errores: ver los problemas de las personas en función de lo que hacen, como cuando un niño no para de moverse o de hablar. Los problemas no los tenemos por lo que somos, sino por lo que no sabemos. ¿Como se soluciona? Pues en el caso del niño charlatán enseñándole a escuchar, y en el del inquieto, a estar quieto.

¿Algún error más?

Sí, no vivir el presente. Constantemente dirigimos el pensamiento hacia el pasado y hacia el futuro. La vida no está ni en el pasado ni en el futuro, sino en el aquí y ahora. A menudo lo olvidamos.

¿Por qué nos resistimos a esta educación emocional?

Porque siempre nos han educado de la misma manera, bajo los mismos principios. Es histórica la creencia de que los seres humanos no podemos cambiar, que somos como somos, que la biología nos determina, pero desde hace pocos años se sabe que nuestro cerebro -donde están reguladas la conducta y las emociones- es absolutamente moldeable y por tanto, evidentemente que podemos cambiar.

¿Qué papel tienen la autoestima y la empatía en todo este aprendizaje emocional?

Son claves. La autoestima es necesaria para sentirnos bien y la empatía para entender las emociones de los demás aunque no las compartamos.

En el libro rompe la premisa de que cuanto más estudios tienes más bien te irán las cosas

Entiendo que los padres quieran que sus hijos tengan estudios porque les será más fácil encontrar trabajo. Y esto es verdad. Pero, ¿cuál es la función de los padres: que los hijos sean ingenieros o felices? Una vez se tienen cubiertas las necesidades básicas, está demostrado que tener más dinero no significa ser más feliz. Es más, muchos estudios demuestran que los muy millonarios son más infelices.

¿Cree que al final podremos vencer este analfabetismo emocional?

Sí, porque cada vez hay más gente que accede a la educación emocional. Quiero ser optimista.

 

                                                                                                             Fuente: www.ara.cat